miércoles, 2 de noviembre de 2011

¡¡¡Reflexionemos!!!

El otro día, haciendo zapping, por casualidad, encontré que hacían algo decente en la televisión. Hoy en día esto es algo complicado debido a que la gran mayoría de programas son pura basura, cotilleos de famosos o gente extravagante pero, que desgraciadamente parece ser lo que consume nuestra sociedad porque si no fuera así, dejarían de emitir estos “programas”. Personalmente, de las pocas cosas que consumo son series, en su mayoría americanas, aunque últimamente algunas de las más recientes series españolas me están gustando bastante. Mis espacios televisivos favoritos son preferiblemente los humorísticos quitando la excepción que encontré aquel día haciendo zapping.

El programa era de divulgación científica y, supongo que será fácil imaginar cual es, puesto que en España es algo que escasea. Ese día trataba de la moral humana o algo parecido, no consigo recordar exactamente de qué, lo que sí que recuerdo es la idea o verdad que dijeron en él. En la entrevista, básicamente se hablaba de cómo nuestra conciencia podía afectarnos en mayor o menor medida y para ello expusieron un ejemplo o situación que nunca olvidaré. Si yo ahora, en un inesperado ataque de ira, enloquezco y asesino a una persona, seré consciente de lo que he hecho durante toda mi vida y tendré la seguridad y el remordimiento de que la culpa es mía (supongamos que actúo por mi propia voluntad y no posee ninguna enfermedad que me obligue a hacerlo…). Pero, por otra parte, si yo “asesino” o dejo morir a alguien indirectamente mi sentimiento de culpa será inexistente. Para esta segunda situación digamos que tiro el almuerzo a la basura cuando hay gente en el planeta que podría salvar la vida gracias a mi almuerzo. La situación es distinta, pero el resultado el mismo o incluso peor en este segundo caso debido a que, al ser inconscientes y no sentir culpa, el resultado será una y otra vez el mismo hasta que nos demos cuenta de que podemos o debemos hacer algo.
En conclusión, debemos sentirnos más responsables y culpables de todo lo que pasa a nuestro alrededor y no sólo de lo que procede directamente de lo que hacemos, hay que sentir también lo que dejamos de hacer porque aunque no nos percatemos, si hiciéramos lo que dejamos de hacer haríamos más que si seguimos haciendo lo que hacemos.

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