-¿Y ahora qué?
-No sé…
-No hay “holas” ni “hasta luegos” pero… ¿cómo seguimos esta conversación que empezamos y acordamos no acabar?
-No lo sé…
-Yo tampoco.
-¿Me vas a pedir que me quede?
-¿Serviría de algo?
-Sí, me harías sentir bastante mal.
-Entonces… sí.
-¿Qué?
-Era broma…
-¡Idiota!
-¡Jaja! ¿Ahora me insultas?
-¡Jaja! Perdón…
-Nunca pidas perdón, es una muestra de debilidad.
-¿De verdad piensas eso?
-Más o menos… ¿por?
-Requiere un gran esfuerzo y valentía pedir perdón a alguien.
-Pero es reconocer que te arrepientes de lo que has hecho…
-¿Y tú no te arrepientes de nada de lo que has hecho?
-Creo que no. Lo he estado pensando y me arrepiento de lo que no he hecho, de lo que no he dicho, de lo que no…
-Pero las personas nos equivocamos, ¿por qué no admitir los errores?
-Por eso mismo. Sé que me he equivocado, que me equivocaré y que es inevitable… ¿tiene sentido que me preocupe por eso? Simplemente pienso que debería haber hecho otra cosa pero no por ello siento o lamento lo que hice en su momento.
-Te arrepientes de lo que no has hecho…
-Sí, ya te lo he dicho y seguramente seguirá siendo así…
-…
-Nos hemos desviado un poco del asunto de que te vas.
-Ya…
-¿Y bien?
-Solo dame un abrazo, y deséame lo mejor.
-Coincido… pero que sepas que la conversación se quedará en “pausa”.
-Lo sé.
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