Una pirámide en el desierto,
tapada por las dunas,
alumbrada por la Luna.
¿Por qué recurro a las pirámides
cuando nunca vi ninguna?
¿Por qué a los desiertos
y dunas?
De las playas de Valencia,
del círculo de rocas inglés,
de aquel petit tren francés,
de las cuevas de Granada,
de allí no pasé.
¿Por qué irme a la Luna para describirte,
para describirme por dentro?
Verano invernal.
Describir un aliento
del que no hay vaho en el tiempo,
en un ardiente invierno,
y no hay viento,
mas mi suspiro es gélido.
Corazón de hielo,
corazón de fuego.
Sístole congela,
diástole quema.
Todo es latir,
construir,
destruir.
Palpitar por las entrañas de una ciudad,
una ciudad latente,
latente y cobarde.
Mira hacia otro lado
y ve pirámides, cascadas,
ve palacios y jardines,
las montañas más altas jamás escaladas.
Detrás hay guerras, coches que vuelan,
personas bomba, niños soldados,
niñas esclavas,
hombres no humanos.
Pero vemos el brillar,
el Sol y su reflejo,
la Luna.
Por eso,
quizás solo por eso,
te veo yo.
jueves, 2 de enero de 2014
Quizás solo por eso
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