viernes, 24 de febrero de 2012

En la cafetería (Continuación, vamos, lo que es el capítulo 4)

-¿Qué cómo puedo buscar algo si no creo que existe…?

-¡Ah, sí! Esto, yo querré un cortado con cuatro sobres de azúcar y ella una taza de chocolate caliente… Ya era hora de que se pasaran a ver que queríamos tomar…

-¿Qué cómo puedo…? Sabes que no te puedo contestar la pregunta. Me acabas de romper todos los esquemas…

-De nada.

-¡Jaja! Bueno, ¿y tú qué haces?

-¿Qué qué hago?

-Sí… para realizar esa “búsqueda”, esa especie de “Pursuit of happynnes”…

-Buena película, se me hace un poco pesada y agobiante en ciertos momentos, pero me gusta… Pues, aunque no te lo creas, hago lo mismo que tú, no dejo de buscar. La diferencia es que estoy convencido de que algún día alcanzaré mi objetivo. No me limito al “pues bueno, si surge, que surja…”.

-No es mala forma de vida. Muy optimista, demasiada esperanza…

-Te lo he dicho nada más sentarnos en esta mesa.

-¿El qué?

-Yo soy el guionista. Y escribiré un final feliz.

-Ojalá lo consigas.

-Lo mismo te digo… ¡Gracias!

-¡Gracias…! Ya era hora de que trajeran la bebida… Por cierto, ¿cuándo hemos pedido?

-¡Jaja! Espero que no te moleste pero, estabas tan absorta pensando que te he pedido un chocolate cuando ha venido la camarera…

-¡Jaja! No, tranquilo… A veces me pasa… ¿Te has pedido cuatro sobres de azúcar?

-Sí.

-¿No es malo?

-Bueno, tengo mis motivos…

-¿Alguna enfermedad o algo…?

-No, no, que va. ¡Yo soy inmortal! No… simplemente me parece que las empresas de sobres de azúcar son unas grandes divulgadoras de conocimiento.

-¿Eh?

-Sí, verás: “Un hombre que no se alimenta de sus sueños envejece pronto. W. Shakespeare”

-¡Ah! Lo haces por las citas de los sobres… ¿Pero cuatro?

-Simplemente me gusta el número cuatro, no le des más vueltas… ¡Que mala suerte! Todos los sobres con la misma frase…

-Bueno, al menos no está mal… En tu línea optimista…

¿Mi línea…? Debería ser la mía y la de todos, ya hay suficientes cosas malas en el mundo como para que nos dediquemos a que haya más, aunque sólo sea pensándolas…

-Ahí te doy la razón… ¿Esa frase no era de Degas o algún pintor?

-Me has pillado… Voy a tener que emplear mis propias frases y dejar la filosofía del azucarillo…

-No estaría mal… Se está haciendo tarde y ha parado de llover… quizás deberíamos irnos…

-Pues sí, es una pena, pero tienes razón. Eso sí, antes necesito que me des algo…

-¿Y qué puedes querer tú de mí?

-Pues, simplemente un número de teléfono, nada más.

-Vale, de acuerdo pero, prométeme que me llamarás mañana mismo con un plan.

-¿Mañana con un plan?

-Sí, con algo que hacer, con algo de que hablar, cualquier cosa me vale… No te quiero dar tiempo para planear nada, ¡quiero espontaneidad!

-¡Vale, seré estampóneo! Pero, ¿no le molestará a su novio…?

-¡Jaja! ¿Volvemos a hablar cómo en las películas antiguas? Simplemente llama.

-¡Joder, sí que estarás desesperada si quieres que el tipo del ascensor te llame!

-Lo has dicho en voz alta…

-Sí, lo sé… Es uno de mis problemas, de repente lanzo una frase de azucarillo, de repente digo lo que pienso y, sin darme cuenta, me lío conmigo mismo y no sé que estoy diciendo y, gracias a que todo se puede malinterpretar, no sé como, acabo metiendo la pata… Necesito que me prometas otra cosa.

-Dime.

-La próxima vez que vuelva a liarme y parezca que vaya a meter la pata, párame.

-No.

-¿No?

-No. Estoy segura de que muchas frases de azucarillo salieron de líos así…

-¡Jaja! ¡Gracias! Si alguna vez trabajo en una de estas empresas te lo deberé a ti.

-Bueno, ahora sí que me voy… ¡Hasta luego!

-Venga, ya te llamo pero, no sé si te has dado cuenta, aún no sé tu nombre ni tú el mío.

-¿Acaso importa?

-¿Eh?

- ¿Acaso cuando un actor o actriz lee su guión lee su nombre antes de decir su frase?

-¡Jaja!

-¡A más ver!

2 comentarios:

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