Bueno, tras dar final a una historia un poco “rara” y que posiblemente se convierta en un proyecto relacionado con el mundo audiovisual, creo que toca volver a escribir un poco de opinión (ya tenía ganas, de verdad). El caso es que me gustaría hablar de esas pequeñas (o grandes) cosas que todos y todas tenemos. Normalmente decimos cosas para hablar de otras cosas (es un poco redundante pero es así) pero, yo quiero hablar de cosas de verdad, de objetos.
Todos tenemos algún objeto al que le tenemos un especial aprecio. Puede ser un objeto caro, barato, grande, pequeño, bonito, feo, ligero, pesado… da igual, simplemente le tenemos un gran aprecio. No sabemos el motivo pero ese objeto lleva años con nosotros (o bien puede ser nuevo pero desde que lo tenemos sabemos que lo conservaremos el resto de nuestra vida). En la tele siempre hemos visto el típico caso del personaje que va con su mantita a todas partes. Con su mantita se siente bien, se siente seguro, se siente… (bueno, creo que se ha pillado el concepto, lo dejo ahí que parece que esté escribiendo el guión de un anuncio de compresas…). El caso es que está atado sentimentalmente a esa cosa. Todos tenemos algo así, estoy seguro. Imaginemos que todo empieza a arder, lo más normal sería salir corriendo y llamar a los bomberos pero antes, decidimos que nos dará tiempo a coger ciertas cosas y meterlas en una caja. Seguro que todos sabéis lo que cogeríais. Como una madre o un padre cuando oye una alerta de peligro lo primero en lo que piensa es en proteger a su hijo (pensemos que en el incendio estamos solos, de otro modo lo más normal sería ir primero en busca de las personas, si no ponéis a personas y mascotas por delante de las cosas, yo me lo intentaría tratar en un psicólogo/psiquiatra…).
El caso es que hay cosas que tienen un gran valor sentimental y son las que salvaríamos del incendio, llegaríamos incluso a poner nuestra propia integridad física en juego con tal de intentar no perderlas (y aún así, son simplemente cosas… imaginemos lo que haríamos por una persona…). Yo, sinceramente, pienso que hay ciertos objetos que me acompañarán allá a donde vaya. ¿Que qué objetos son? Son cosas sencillas, unas fotos, un par de películas, una papelera, una peonza, otra cosa que no me gustaría que se derritiera con el paso del tiempo, un perro de peluche (no sé porque, ni siquiera recuerdo desde cuando lo tengo), una mochila (le tengo mucho aprecio, quizás por que el roce hace el cariño…) y una mantita…(bueno, vale, una mantita no…). Os invito a pensar en que cosas os gustaría llevar siempre con vosotros/as, y estoy seguro que detrás de cada cosa hay una razón aunque no la veamos a simple vista…
P.D.:¡Ah! También salvaría el móvil de un incendio porque hay cosas que no quiero perder, pero he supuesto que cuando todo estuviera envuelto en llamas yo llevaría el móvil en el bolsillo (y la cartera, que si no luego es un pateo volver a hacerte el DNI, carné…).
P.D.2: Aprovecho para decir que el próximo post que escribiré de opinión se llamará “El de cuando todo escritor necesita su musa” y el próximo post/historia tratará de un tipo que subía todos los días en un autobús.
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