viernes, 22 de junio de 2012

La leyenda del arrecife del Pez león (Capítulo IV)

Ander no se movía. Elaia, preocupada, empezó a mover su cuerpo mientras seguía repitiendo una y otra vez su nombre, incrementando su desesperación. Finalmente, Ander empezó a despertarse.

-¿Qué… qué ha pasado?- preguntó mientras se llevaba ambas manos a la cabeza debido al dolor de la caída.

-¡Ander!- gritó, Elaia contentísima mientras se limpiaba las lágrimas que habían empezado a caer sobre sus blancas mejillas.

-¿Ander…? ¿Quién es Ander? ¿Y quién eres tú y dónde estoy?- preguntó Ander mientras empezaba a incorporarse poco a poco y mirando a su alrededor. Elaia se quedó totalmente perpleja. No podía ser que hubiera perdido la memoria. No, eso no pasaba en la realidad, al menos a la gente corriente como a ella y Ander. No podía ser, Ander no recordaba ni su propio nombre pero, aún más que eso, le dolía profundamente que no la recordara a ella. De repente, esa persona con quién tan buena e intensa amistad tenía, se había convertido en un completo desconocido, había borrado toda su vida y, ella era también una desconocida para él, así como los momentos que habían compartido durante tantos veranos en aquel pueblo… Elaia no sabía cómo reaccionar y, Ander, lo vio en su estupefacta expresión y en su mirada perdida en el horizonte.

-Eres Ander, yo soy Elaia y estamos cerca del pueblo en el que veraneamos cada año- consiguió articular Elaia sin poder evitar mostrar un gesto de miedo y confusión.

-¿Así que Elaia?- preguntó Ander.

-Sí.

-¿Y se supone que te conozco?

-Sí.

-¿Y me podrías decir por qué no sé quién eres,ni quién soy ni dónde estoy?- preguntó con cierta preocupación en el rostro pero sin perder la sonrisa que le caracterizaba.

-Te acabas de caer desde lo alto del árbol. Has estado un rato medio grogui en el suelo y hasta ahora.-contestó Elaia.

-Entonces he olvidado todo por una caída de un árbol…-dijo en voz baja, casi para sí mismo Ander.

-Eso parece…

-Bueno, pues a empezar una nueva vida de cero… ¿me dices dónde vivo?- dijo Ander mientras se levantaba.

-¿Cómo? ¿Cómo qué a empezar una nueva vida de cero?- preguntó Elaia desconcertada.

- Sí… no me queda otra, no puedo fingir que conozco a la gente, que recuerdo los momentos que he pasado con ellos o que sé dónde estoy…

-¿Cómo puedes decir eso? ¿Cómo puedes no pensar en los demás? Que tú no los recuerdes no quiere decir que ellos no te recuerden, que no conserven esos momentos, que no…- Elaia cada vez estaba más nerviosa y ya no sabía ni qué decir-…que no… que no te quieran.

-¿Que no me quieran? ¿Acaso tú me quieres? ¿O querías al Ander que era antes de olvidar? Piensa lo que dices, estoy seguro de que la gente recordará al Ander que era antes, los momentos que pasó con él, los sentimientos que compartieron… pero ese Ander se acaba de ir…-dijo Ander, haciendo bastantes pausas en su discurso, cómo si fuera un guión ensayado de una película.

-¿Cómo…cómo puedes haberme olvidado?- continuó Elaia con su “interrogatorio”.

-Pues con un simple golpe en la cab…- no pudo acabar la frase e inmediatamente empezó a decir otra.- Nunca te he olvidado.- Esta última frase parecía de película a más no poder. De repente Elaia lo entendió todo y, empezó a pegar a Ander.

-¡Idiota! ¿Serás idiota?- Ander empezó a reírse.

-Idiota no sé, pero buen actor sí.- Elaia dejó de pegarle y se giró para dirigirse hacia su bici e irse, con lágrimas en los ojos.

-Per…perdona Elaia…Era una simple broma…siempre había querido hacerla…- chilló Ander mientras corría hacia Elaia para detenerla y asegurarse de que estaba bien.

-¿Cómo? ¿Cómo me has podido hacer pensar que habías muerto?- consiguió preguntar entre sollozos Elaia.

-¿Mu… muerto? Sólo he fingido que olvidaba.

-Olvidar es morir… Somos recuerdos, sensaciones, emociones… somos lo que recordamos, idiota.- sentenció Elaia. Ander se quedó pensativo y se dio cuenta de lo que acababa de hacer. Dejó que Elaia siguiera su camino hacia la bici.

-Por muchos golpes que me diera en la cabeza nunca podría.- se dirigió Ander a Elaia. Ella se frenó en seco esperando que Ander continuara. –Nunca podría olvidarte por muchos golpes que me diera en la cabeza.- Elaia se giró.

-¿Por qué?- preguntó limpiándose las lágrimas de la cara con el antebrazo.

- Lo siento, ¿vale? Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir. Pero no te voy a decir por qué.- contestó Ander, haciendo ver que no quería o no podía decirle el motivo. El motivo estaba claro, pero sólo conllevaría problemas a la relación tan intensa de amistad que tenían.

-Te tendré que perdonar porque eres idiota, pero te vas a tener que comer unas cuantas hormigas…- era buena señal, Elaia empezaba a bromear.

-Gracias…

-¿Por?

-Por no obligarme a explicar el motivo por el cuál yo no te olvidaría a ti…- Elaia se sonrojó.- Pero te puedo explicar porque una persona que se diera un golpe en la cabeza no olvidaría a otra.-dijo Ander.

-Pues adelante.

-Tengo una teoría. Por mucho que se diga que todo está en la memoria creo que las cosas más importantes están en el corazón, es una especie de caja fuerte donde se guardan las cosas más profundas, la esencia de lo que somos… Y por eso, el otro día, pensando, me di cuenta de que, por ejemplo, una persona que amara, yo que sé, escribir historias con finales felices, si alguna vez muriera y trasplantaran su corazón a otra persona, esa otra persona amaría también escribir historias con finales felices. No sé… creo que con las personas pasaría igual, si alguien guarda una persona en su corazón, por muchos golpes que se diera en la cabeza no pasaría nada porque pasase lo que pasase, no podría olvidarla, porque de algún modo, es parte de la misma persona, es una parte de lo que mueve a esa persona… ¡Buf…! Menuda historieta que me acabo de inventar…-dijo Ander mientras Elaia le miraba sonriendo…

-An… an…- parecía que Elaia iba a decir algo, pero Ander, nervioso por el discurso tan ñoño que acababa de dar, quiso cambiar de tema rápidamente.

-Bueno…¿ cuántas hormigas me tenía que comer?- dijo sonriendo como siempre.

-Idiota…- suspiró Elaia mientras se reía.

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