domingo, 3 de febrero de 2013

Hasta que la muerte nos separe (o no)

—…en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe?

—No.

—¿Y tú…? Un momento, ¿no?

—Sí.

—Entonces quería decir que sí.

—No, digo que sí que he dicho no.

—Pero…

—Hasta que la muerte nos separe me parece poco. Lo juro para siempre.

—Pero, pero, tiene que decir que sí.

—No puedo, estaría mintiendo.

—Pero si no lo dice no les puedo casar…

—Pero es que no tiene sentido, padre.

—¿Cómo? ¿Que una tradición no tiene sentido?

—Pues sí. ¿Por qué hasta que la muerte nos separe?

—¿Cómo que por qué?

—¿Por qué nos tendría que separar la muerte?

—Bueno hijo mío… Son los devenires de la vida misma…

—¿Pero no se supone que hay algo más tras la muerte?

—Por supuesto, el reinado de nuestro Señor y…

—Y entonces, ¿por qué solo he de prometer quererla hasta que la muerte nos separe?

—Bueno… esto… yo… la Biblia… Usted simplemente diga que sí.

—No puedo, ni puedo ni quiero. ¿Por qué solo hasta que la muerte nos separe?

—Esto…. Yo os declaro, marido y mujer.

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