sábado, 1 de noviembre de 2014

Y relees.

Y relees una y otra vez la promesa que te hiciste hace tiempo en tu gastada libreta. La miras, la lees, del principio al fin, del fin al principio. Eres un traidor. Hace tanto tiempo que sabías que así no te divertías. Y parece que no te queda otra, pero claro que queda otra. Y da igual todo, que les den, porque no tienes que actuar en tu vida… Ya no puedes, ya no quieres. Vale ya, ya vale. No volverás, no volverás a caer en lo mismo. No volverás a despertar igual, infeliz contigo mismo y no por ti, porque tú sabes lo único que quieres y necesitas para ser feliz. Tú sabes lo que te gusta, lo que quieres y no tienes que hacer lo que no quieres, no tienes que actuar, simular felicidad, porque sabes dónde está la felicidad, sabes en qué cosas, en qué momentos, en qué ojos se esconde. Y por fin decides que no, que ya no más, no volverás a repetir esos momentos que todos venden y cuentan con una estúpida y falsa sonrisa. Quizás ya no te levantes, quizás pasees solo, quizás celebres para ti, pero al menos, al menos no engañarás a nadie, nadie te engañará, todo será verdad. Y sabes, que cumpliendo tu promesa, sabes que en esos momentos, serás feliz, porque haces lo que quieres.

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