—¿Te acuerdas?
—Claro que me acuerdo, cada día.
—Pero, ¿sabes de lo que digo?
—Estoy pensando lo mismo que tú. Otra vez llegamos tarde.
—Es tu culpa. Siempre tardamos en salir de la cama por tu culpa.
—¿Mi culpa? Bueno… yo… es que me despierto y estás ahí… y…
—Y llegamos tarde…
—Pues sí.
—Pero entonces, ¿sabes de lo que hablaba?
—Hace un año, claro que lo sé.
—¿Un año?
—¡Exacto! Un año desde ese ascensor.
—Un año…
—¿Cómo te sientes?
—Un año…
—Y si lo dices otra vez más ya serán tres.
—¡Jajaja! Perdona, no me había dado cuenta. Sí, me refería a eso. Ya no cogemos el ascensor.
—Lo sé. ¿Para qué?
—No sé, para hablar del tiempo, para conocernos mejor, o incluso si un día se queda parado y estamos solos…
—¡Jajajajaj! Para o tendremos que volver a casa y llegaremos más tarde aún.
—Sí, mejor paro.
—¿Has dejado tú el periódico ese en la mesilla?
—¿Yo? ¿Cuál?
—Uno, abierto por una página en la que ponía algo sobre cuántas veces se hace el amor a la semana y lo que conlleva.
—No sé, ¿qué decía?
—Pues en resumen: cuanto más veces menos estrés, más inteligencia, salud y felicidad.
—Pues no lo he dejado yo, pero…
—¿Pero…?
—No sé, algo tendremos que hacer entonces.
—¡Jajajaja! Y luego dice que llegamos tarde por mi culpa.
—¡Jajajaja!
—Un año del ascensor, de ir al zoo, de tumbarse a mirar estrellas, de sorprendernos cada día, de conversaciones de locos… y de amor, mucho amor.
—Sobre todo mañanas como las de hoy.
—Y dos veces, ¡choca!
—¡Jajajajaja! ¡Idiota!
—Ya sabes que siempre lo fui, te lo advertí. Qué risa, ¿te acuerdas que me hablabas de usted?
-Vaya tela, es verdad… aunque me lo estoy replanteando…
—¿Y eso?
—¡El otro día te vi una cana!
—¡Eh! ¡Jajajajaja! Que tampoco nos llevamos tanto…
—Ni tan poco…
—…
—Te quiero.
—Y yo a ti.
—Me encanta lo bien que lo pasamos, desde el primer momento hasta hoy.
—Bueno, siempre bien…
—¿No?
—A ver…
—¿Alguna vez lo pasamos mal?
—Mal tampoco, pero…
—Madre mía, noticias frescas, a ver, ¿qué me he perdido de esta historia de peli que escribimos cada día con final feliz?
—Lo del final feliz, ya tuvimos que hablar de eso, ¿te acuerdas?
-¡Eh! No vale, esa pregunta era mía.
—Pues ahora te toca.
—Mmmmmm… no sé, ¿cuándo no lo pasamos del todo bien?
—Acuérdate, cuando…
—¿Cuando?
—…
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