En el post anterior acabé haciendo referencia al machismo del lenguaje. Si bien puede dar mucho de lo que hablar, intentaré ser bastante conciso y exponer algunas verdades bastante obvias y que seguro que alguna vez os han dado qué pensar (y si no es así espero que tras leer este breve texto así sea).
Únicamente si nos fijamos en el propio valor que tiene una palabra, o más bien, en el valor que le damos y, si esta palabra es masculina o femenina, observaremos lo machista que es el lenguaje. Pensemos en palabras como “zorra” y como se contrapone con “zorro”. Mientras que la primera la entendemos como “prostituta” o “guarra”, la segunda se aplica cuando queremos decir que alguien es “astuto”. Podría enumerar muchos más ejemplos, sin salir si quiera del campo de los animales: perro/perra, gallina/gallo, etc. Pero no me gustaría centrarme sólo en los sustantivos y en el significado despectivo que suelen tener los femeninos y el significado afectivo o no despectivo que alcanza el masculino del mismo.
Me gustaría permitirme el lujo de contar una anécdota propia, una conversación que tuve con unos amigos mientras comía. En la conversación empezamos a hablar sobre la situación imaginaria de que, si hubiera un millón de personas y entre estas solamente hubiera un hombre, si nos quisiéramos dirigir a la totalidad del grupo lo haríamos mediante el pronombre “vosotros”. Ante esta reflexión recuerdo que uno de mis amigos dijo que esto quería decir que un solo hombre es mucho más importante que 999.999 mujeres. Lógicamente, mi compañero lo dijo de manera sarcástica. Pero si pensamos un poco en esto, veremos claramente la raíz de lo que hoy llamamos el machismo en el lenguaje. No soy historiador y no sabría dar fechas exactas pero, por todos es bien sabido que la mujer ha tenido una importancia, o mejor dicho, siempre se la ha dado un papel inferior, se la ha menospreciado y considerado inferior al hombre. Digo hasta hace bien poco siendo consciente de que, hay en lugares donde todavía sigue considerándose inferior (o más bien la consideran inferior) y, países donde legalmente son iguales pero, todavía quedan síntomas de esa discriminación que ha sufrido durante tantos años, véase en el lenguaje o en ciertas personas retrógradas incapaces de asumir la igualdad que hay entre hombres y mujeres. Sólo hay que pensar que, antiguamente (digo antiguamente porque no sabría decir la época exacta) los hombres tenían casa, perro, campos y mujer. Vemos que la mujer se consideraba una propiedad más. Mirando hacia atrás en la historia, encontramos pues, la razón de que el lenguaje de hoy sea machista. Y es que, la misma sociedad que ha hablado el lenguaje, es (o ha sido) machista.
Tras haber escrito esto, me gustaría que quedara bien claro que mi posición no es una posición feminista pero, esto no conlleva que sea una posición machista, no. Creo que queda claro. Me sitúo en un lugar en el que pretendo que tanto el valor de un hombre como el de una mujer sea igual, es decir, en una posición igualitarista. Me gustaría pensar que, algún día, en el ejemplo que he citado del millón de personas, nos pudiéramos referir al grupo como “vosotras”, esto es, que nos refiriéramos de forma democrática, por lo que nos dicte la mayoría.
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