Nunca pensé que podría ser como él. Jamás habría imaginado que fuera de las novelas también pueden ocurrir estas cosas. Siempre me habían interesado los misterios, las series policíacas y los crímenes sin resolver, pero nunca se me dio bien ser detective. Es cierto que de tanto estar metido en ese mundo, para mí ficticio hasta entonces, acabas por desarrollar cierta técnica de observación, intentas mirar donde los otros no miran, te fijas en todo. Tras esa primera historia de Conan Doyle no paras de contar escalones. Bajas o subes de tu apartamento y cuentas el número de escalones que hay hasta tu puerta. Sales de la estación del metro y haces lo mismo. Piensas que sabes algo que los demás no saben. Todos los días subes los mismos escalones, todo el mundo lo hace y sin embargo nadie sabe cuántos son, nadie se ha parado a observar. Pero ahora tú sí. Y es una información útil o, al menos, potencialmente. Puede que un día necesites escapar de alguien, puede que tengas prisa y quizás sabiendo la distancia o el número de escalones que hay seas capaz de saber si podrás saltarlos y huir o simplemente llegar a alcanzar aquel metro que se te escapaba. Pero los demás no lo saben, nadie se fija.
El caso es que desarrollé ese mínimo poder de observación, muy de ir por casa, simplemente me hacía gracia tenerlo. De vez en cuando intentaba que la gente de mi alrededor se diera cuenta de aquello que les envuelve y no son conscientes, lo pasan por alto. Y te miran raro, sorprendidos. ¿Y? ¿Para qué te sirve saber eso? Sonrío y, sinceramente, tampoco lo sé. Fuera de las historias de novela negra son informaciones poco útiles. Quizás lo más utilizado y práctico sea cuando observas a las personas, su gesticulación corporal, si la sabes interpretar dice mucho y te puede ayudar a obtener información de ellas, de cómo tratarlas, pero nada más. Fuera de ahí, en contadas ocasiones utilizarás en la vida real esa nueva habilidad de observación.
Hasta ese día en que me di cuenta de que también fuera de las novelas ocurren cosas, sucesos que parecen sacados de ellas, más increíbles si cabe. Siempre he sabido que la realidad supera a la ficción, pero hasta el día en que presencias un asesinato y crees haberte fijado en algo clave, en algo en que los demás no repararon, hasta ese día no lo habías comprobado.
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