No leas esto (II)

"Cerveza, música en directo y, bueno, solo sobran un poco las señoras mayores... Ojalá pudieras verte tocar, aquí, a mi ladito, porque es lo mejor y tú eres la mejor compañía. Tenía que pillar la cerveza porque me sabía mal ocupar una mesa y no tomar nada. Y los zumos de piña duran poco y visten menos, espero no parecer un alcohólico o algo de eso con un tercio en la mano. Escribir me gusta, me está gustando hacerlo en un contexto así, en el que nadie escribe y menos a mano. Pienso en que a lo mejor están leyéndome las dos mujeres de atrás, pero luego lo descarto porque ni yo mismo entiendo mi propia letra. Ahora recuerdo la historia que escribía en mi blog, me gustaría continuarla, ahora mismo, antes de que salgan, creo que no queda bien estar haciendo otra cosa, así que miraré, escucharé y te sonreiré ahora cuando te sientes en tu sitio reservado por tu abrigo. En la silla de al lado tampoco se ha sentado nadie, les impone una mesa con un tipo que escribe en la libreta de una mariposa mientras se bebe una Alhambra. Ya vienes."

Esto lo escribió en una libreta que compramos en una tienda de camino a casa. En la portada tiene una mariposa. La encontramos rebajada y nos lo pasamos muy bien en esa tienda. También me compré unos sellos con las letras del abecedario. Siempre me ha gustado hacer las cosas a mano, tienen más espíritu o, al menos, el sudor de mis manos y, alguna que otra vez saliva y mocos de cuando estornudo por la alergia. Esta carta, nota o lo que fuera (la verdad, nunca escribía dentro de un género concreto), la escribió justo hace un año, cuando vino a verme tocar en una audición. Sí, soy música. Recuerdo que después nos fuimos a cenar y, como siempre, pedimos demasiado: demasiadas patatas con roquefort, demasiado queso frito con arándanos y demasiada... bueno, nunca es demasiada pizza (fue un buen desayuno). Luego fuimos al parque de al lado y nos besamos mientras nos columpiábamos... Lo que daría por estar sentada en aquel columpio y que sus manos me empujaran otra vez.