lunes, 18 de abril de 2016

¿Para qué me das alas y me traes el infierno?

¿Para qué me das alas
si te llevas el cielo?
¿Dónde vuelas?
Dímelo,
solo me pierdo.
¿Para qué me das...
si nunca son ciertos?
Dímelo,
sabes que quiero.
Y el incendiado ciervo,
en la mitad del temblor,
baila contra el miedo.
Nadie entiende lo alegre de mi canción,
las sirenas son buenas.
Con el mastil a rastras,
empapas las aguas,
claras, turbias, serenas.
Quiero vivir,
deshecho, rehecho,
en el seno de tus pechos.
Que mi corazón 
no esconda el caballo de leños,
que Morfeo no tenga nunca más...
Y que tus deseos 
dibujen una constelación en versos.
Que el sentido fugaz se convierta en...
Y que las ausencias,
que las ausencias 
nunca más sean
besos, 
sueños, 
eterno.
No me des alas,
si es frío el infierno.

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