lunes, 6 de marzo de 2017

El gato

Al gato no le gusta la lluvia. Lo sé. La odia. La mira fijamente desde la ventana, hipnotizado. La mira como si le gustase, pero no, yo sé que la odia. La observa caer, detiene su mirada felina en cada gota y disfruta cada vez que uno de esos millones de gotas impacta contra el suelo, estalla y desaparece en lágrimas que encharcan el asfalto. ¿Se puede odiar más algo? No, creo que no es posible. Parece estar enamorado de la lluvia. Y las nubes, las nubes tienen la culpa, pero no, él solo odia las gotas, cómo caen, su forma, su inclinación, cómo resbalan por la ventana, dejando un camino limpio, puro, nítido. El gato está calentito, está cómodo, pero no puede odiar más. Planea algo, si por él fuera, llovería todos los días. No hay nada que el gato ame más, no hay nada que ame más que odiar la lluvia. Odio mirar al gato los días de lluvia.

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